Mírame bien, no me imagines,
no me vistas con tus dudas,
no me culpes de sueños rotos.
Mírame bien, nada más hay, sólo mujer
no soy tu esclava, ni tu enemiga,
tus dagas de dolor y muerte no vencerán
Mírame bien, nada menos hay,
sólo mujer,
toda mujer.Pura Peris
Muchas son las razones por las que las mujeres verdes llamamos a la huelga general convocada internacionalmente para este 8 de marzo tantas, como vulneraciones de nuestros derechos padecemos todos los días, en todos los puntos del planeta, en todas nuestras acciones cotidianas.
Una gran mayoría de jóvenes nos hemos educado en la idea que la igualdad del hombre y de la mujer era algo que ya se había conseguido en la sociedad actual. Nuestras madres y profesoras nos han hablado de sus luchas por la igualdad y en muchos casos (sobre todo en el mundo educativo) hemos constatado que no había diferencias.
Pero la realidad es que en la sociedad real, ciertas experiencias personales que todas hemos padecido, nos enfrentan a este mundo supuestamente igualitario que tiene tantos tics sexistas. Y eso nos hace plantearnos un nuevo discurso, una nueva propuesta de vida que nos sirva para romper con las desigualdades. Esta nueva propuesta pasa sin lugar a dudas por organizarnos colectivamente como mujeres jóvenes, por la complicidad y la solidaridad entre nosotras, y exigir e incidir en que los planes educativos incluyan formación sobre los estudios de género. Marina Rodrigo, 21 años, estudiante de Ciencia y Tecnología de los Alimentos
Sí, somos diversas y somos una, migrantes o no, jóvenes o maduras, y todas padecemos la invisibilidad, la precariedad laboral, el ser tratadas meramente como género reproductivo, los techos de cristal, la utilización sexista, el maltrato y el asesinato, el trato inhumano.
Soy mujer, diversa, una situación alejada del estándar marcado por la sociedad, con un cuerpo no normativo, alejado de los cánones de belleza. Tan solo son características que acompañan al hecho de ser mujer. Pero las normas que se establecen para nosotras, nos alejan del resto de mujeres.
Pides trabajo y te dan una subvención, en el mejor de los casos, y eso sí de por vida. Para que ni intentes volver a pensar en mezclarte con los productivos y valorados.
Las leyes nos tratan diferente ¿será un reflejo de lo que piensa el resto de la sociedad? Generalmente, ni las más rebeldes nos citan cuando hablan de mujeres.
Cuando se legisla por violencia de género, a nosotras nos envían a servicios sociales, las que cumplen con el estándar… a un hogar, dónde pueden acompañarse, entenderse con sólo mirarse. A nosotras, tan sólo nos miran con compasión, no por los golpes si no por la diferencia.
Lo que importa es que seas ‘normal’. Pero nosotras salimos de la curva de Gaus, pero no hemos dejado de estar siempre presentes en la sociedad, aunque siempre ocultas detrás de la compasión del resto. Hoy no vamos a permitir que nos coloquen detrás, ni que nos oculten o nos abanderen para luego ni considerarnos lo que SÍ somos, mujeres.
Hoy hablaremos por nosotras, las invisibles, la olvidadas entre las mujeres, las diversas.Quiero tener las mismas opciones que otra mujer, que ande con piernas, vea con ojos, escuche con oídos y entienda las reglas de esta sociedad, tan asustada de aceptar la diferencia.
Si hay un hogar para mujeres que intentan escapar de la violencia, yo también soy mujer.También huyo de los golpes, y necesito ayuda, es cierto que puede ser una ayuda distinta, pero ¿por eso hay que excluirla del resto de mujeres que entienden por lo que estoy pasando?
No necesito que me digas que tengo que hacer o cómo, o quizás ahora sí, igual que la que ve, la que camina, la que oye, la que comprende el lenguaje con el que la sociedad ha decidido comunicarse.Quiero estar presente, quiero tener tu apoyo, que me des la mano, que me veas y aceptes tal y cómo soy, diversa y mujer. Katja Villatoro, 46 años, enfermera
Todas tenemos voz, todas tenemos derechos, todas debemos ser oídas como parte de esta sociedad que sin nosotras no puede andar, no puede producir, no puede evolucionar.
En mi cultura de Nativos Cherokee de USA hemos sido y seguimos siendo matriarcas, desde los albores de los tiempos, caminando la mujer y el hombre en equilibrio, apoyando al bien mayor según la capacidad de cada persona. Fueron los europeos, creyendo poder mejorar nuestra forma de vida, tratando de imponer el machismo, la desigualdad, la discriminación, la violencia en sus muchas facetas. Ahora, son los europeos que, por fin, han despertado para reconocer que sus formas son insostenibles, pero carecen de humildad para aprender de pueblos indígenas cuyas formas tradicionales siguen con un profundo respeto hacia la mujer como creadora de vida, hacía las niñas como futuras creadoras de vida, hacia todos los niños y niñas como nuestras futuras generaciones y, por lo tanto, sagrados. Llevo 43 años en España, observando, aconsejando, apoyando y, a quién desea aprender, enseñando que la convivencia en equilibrio e armonía es posible, pero empieza dentro de cada persona, cuestionándose lo que ha aprendido de forma errónea. Como Mediadora Intercultural, como abuela que ha vivido 60 años de una forma muy intercultural y multicultural y, por ende, como descendiente de una cultura que tiene 500 años de experiencia en la Interculturalidad con personas de muchísimas naciones, os recomiendo terminar el odio entre personas de diferentes sexos, terminar la necesidad de imponeros a otros, pero SI…. trabajar juntos como UNO para lograr una vida en armonía, en beneficio de la Tierra y sus habitantes, en beneficio de vuestros países y sus ciudadanos, para vuestras hijas e hijos y futuras generaciones para que la paz se expande, pero esto, empieza dentro de vosotras, mujeres y hombres. Mischa Little Bear, mediadora intercultural y psicoterapeuta
Las mujeres debemos tomar conciencia de lo que somos, aprender de aquellas sabias mujeres que nos han precedido en la lucha por la igualdad.
Cuando era niña una mujer mayor en mi cercanía me dijo: Como mujer necesitas mantener control de tu cuerpo, tu educación y tu cuenta bancaria… En efecto, demasiadas mujeres trabajan desde madrugada hasta crepúsculo gratis o por poco dinero, y al mismo tiempo siguen estar presentes en las estadísticas del paro. Muchas de ellas siguen estando en el paro y a pesar de todos sacar adelante un familia i haber obtenido estudios universitarios. Esta discriminación fundamental contribuye a un falta de crecimiento y desarrollo; a un nivel social pero también individual. Es triste que en 2018 las mujeres en este país (y tantos lugares en el mundo) todavía no tienen un control entero sobre sus derechos laborales y económicos. Y como siempre, no debemos esperar que ‘nos dan’ nuestros derechos, pero debemos tomarlos! Con movilización pública y política, y con alianzas reforzadas seguiremos elevando nuestras voces -y votos-, juntas hasta que cada mujer mantenga el control de su cuerpo, su educación y su cuenta! Banafshe Hejaz, 40 años, funcionaria y activista en el sector de derechos humanos)
Las voces se extienden a lo largo y ancho del planeta, ante el dolor del clítoris mutilado, los cuerpos vendidos, esclavizados, antes las miles de niñas sin educación, antes los millones de mujeres que lloran la crueldad de las guerras; voces que se unen a las voces que exigen en el ‘mundo civilizado’ el mismo salario por el mismo trabajo, que demandan que dejen de matarnos por el hecho de ser mujer; que ya está bien de masacrar a una parte que es, cuanto menos, la mitad de la población; voces que recuerdan que la casa es cosa de todos los que habitan en ella, que los cuidados no tienen género; que no necesitamos que nos ayuden que nos valemos por nosotras mismas. Por todo ello, las mujeres verdes llamamos a la huelga general, pero no sólo a la huelga de dos horas para las trabajadoras fuera de casa, queremos que las que trabajan invisibles, en la cocina, en los cuidados, en la casa, cuelguen sus herramientas, que aten los delantales, las fregonas, los cucharones en las ventanas y salgan a la calle, para que el mundo vea que sin ellas, no tiene ni aliento para mover. A por la calle, por nuestra dignidad, porque sin nosotras no hay nada. (Pura Peris, 54 años, doctora en Derecho, profesora universitaria, poeta, madre, mujer)
8 de marzo de 2018, Día Internacional de la Mujer Trabajadora.
#LasVerdesParamos