Si se hubiese contado la Historia de España desde el punto de vista de los perdedores, en el proceso de formación del Estado Español, incluso desde antes de los Reyes Católicos, el PP y VOX no tendrían tanto público en sus bravatas miserables contra el proceso de negociación para la investidura de Sánchez.
El Estado Español unitario, cicatero y centralista, fue fruto de los intereses geoestratégicos de las potencias europeas en alza, Inglaterra y Francia, cuando ya el poder de la casa de Austria estaba en decadencia, Un Estado que nace con sangre tras una guerra de los Borbones contra los Austrias e Inglaterra de intermediaria a lo que más convenga. En medio, las naciones culturales, lingüísticas se quedan sin Estado, incluso entre dos Estados, como es el caso de Catalunya y Euskadi. No digamos territorios como Canarias dónde se había exterminado anteriormente su población autóctona. El siglo XIX,
España es un Estado fallido, donde la burguesía liberal pacta con la aristocracia conservadora, la corrupción política y económica es sistémica y su retraso endémico. Pero hay dos zonas, Catalunya y Euskadi que tendrán su propia revolución industrial y sus propias burguesías y sus luchas de clase. Así, en esta España dislocada, las fuerzas de «izquierda», cuando ganan en las urnas, es porque suman los votos de las nacionalidades históricas de las fuerzas nacionalistas o de «progreso»- Estas tienen un modelo territorial diferente al de la España unitaria y centralista de los Borbones. Existe en esas zonas, un bloque social hegemónico que se considera de nacionalidad diferente (vasco o catalán y no español). Además, en el caso catalán, no han olvidado que fueron sometidos a cañonazos y unificados por «el justo derecho de conquista», como se puede leer en el decreto de Nueva Planta del primer Borbón Felipe V.
Ahora, cuando en el 2023 los millonarios españoles son más millonarios y los bancos tienen más beneficios que nunca. En cambio, las hipotecas ahogan a muchas familias y los salarios siguen un 20% por debajo de la media de salarios en la UE y la juventud vive en unas condiciones precarias. Hay beneficios empresariales del 50% o más, mientras son escasas las subidas de sueldo de más del 4%. Por eso, es sólo ahora, cuando la «izquierda pretendiente» está pactando la investidura con las fuerzas nacionalistas e independentistas cuando la reacción, los pilares políticos y jurídicos del sistema se han soliviantado y se movilizan contra la amnistía y los acuerdos descentralizadores.
Los conservadores y la extrema derecha, desde siempre, saben que el peligro para el Estado no son las tímidas reformas a las que se atreven las «izquierdas» tradicionales. No olvidemos la frase de Calvo Sotelo que prefería una España roja a una España rota. Las derechas. no quieren que se acabe el Estado unitario. centralista y monolingüe pues es la base de su dominación y bienestar de generación en generación, Saben que cuentan con el analfabetismo social que el relato histórico de los ganadores ha inoculado en las gentes.
Por eso, ahora son las fuerzas de progreso, sobre todo el PSOE, el que deberá esforzarse en cambiar el relato. Justamente no basar sus acuerdos con las fuerzas nacionalistas e independentistas con expresiones como «la de hacer de la necesidad virtud». Es de justicia histórica asumir que España es plurinacional y que el progreso social, la democracia. la solidaridad y la lucha contra el cambio climático sólo es posible si se suma en un proyecto común toda la fuerza transformadora existente en los diferentes territorios del Estado.
Sí, ahora lo que toca es atreverse a decir la verdad a la ciudadanía y defender la amnistía como un principio de un cambio del relato y del fin del Estado centralista y obsoleto.
Joan Francesc Peris, Secretario de Organización y Formación de Los Verdes.