Nos equivocamos si pretendemos buscar, en España, el voto verde que se espera en Alemania en nuestras próximas elecciones generales. No existe ese voto verde, no pasa del 3%, salvo en algunas elecciones locales de municipios muy concretos, como Torrevieja o Villena.
Aunque Errejón y López Uralde, ambos demasiado bien tratados por el sistema mediático, se hayan lanzado a ocupar el espacio verde, así, no lo van a encontrar. Aún está por hacer, entre otras cosas, porque gente como ellos se han encargado de dinamitarlo más de una vez, cuando apenas empezaba a nacer. Errejón se acaba de enterar, en el marco de las elecciones de Madrid, de que su padre fue uno de los firmantes del Manifiesto de Tenerife, en 1983, que sería la base para la posterior creación y legalización de Los Verdes en 1984. ¿Hasta ahora no se había enterado? Y qué decir de López Uralde que, en el marco de la creación de Equo, se dedicó a cuestionar el nombre de Los Verdes, achacando a la sigla el escaso crecimiento en votos y justificando el nuevo y extraño nombre que ahora repudia.
Pero, también, podría decir de nosotros mismos, Los Verdes, ese partido ecologista que aún existe y nadie invita a La Sexta o a la SER, muchas cosas. Nos equivocamos cuando pensamos que España es un país acabado y de izquierdas. Nos equivocamos cuando creemos que la política es puro análisis sociológico y cuando creemos que la sociología es una ciencia pura y no una ideología. Nos equivocamos cuando olvidamos que la especie humana forma parte de la biodiversidad y de la evolución genética y cultural, y tiene emociones y sentimientos, creencias y conciencias, tradiciones y mitos, además de un lugar en el sistema económico. Nos equivocamos cuando olvidamos que las elecciones municipales del 12 de febrero de 1931 las ganaron los monárquicos en la hoy España vaciada, excepto en las grandes ciudades que ganaron los nacionalistas vascos y catalanes y las candidaturas republicanas. También, olvidamos que, tras la constitución de la II República, las primeras elecciones generales en 1933 son ganadas por la coalición de derechas, la CEDA. Pero, sobre todo, nos equivocamos cuando pretendemos mantener las dos Españas, el guerracivilismo, las dos trincheras cada vez que vienen elecciones. Puede ser que al PP y al PSOE en principio les vaya bien, pues mediáticamente ambos dos son los que representan ese pasado, pero en nada beneficia a fuerzas, como Los Verdes, que pretenden abrir nuevos espacios políticos alternativos.
Los Verdes nacieron anticomunistas y anticapitalistas en Alemania. Eran alternativos al estalinismo de la RDA y de la URSS al tiempo que estaban, por pacifistas, contra la OTAN y el despliegue de los misiles apuntando a Moscú en la Europa del Mercado Común. Estaban, y están, contra el complejo nuclear, armamentístico y energético. Los Verdes alemanes, no sin crisis ni discusiones, han ido consolidando su alternativa, sabiendo salir, cada vez con menos complejos, del debate de si son de izquierdas o de derechas, recurso tan manido en esta España dislocada e inmovilista de las dos orillas. Los Verdes alemanes se han creído alternativos a ambos bandos mundiales, se han ubicado en su alternativa energética, democrática, pacífica y por los derechos humanos, y han sabido conectar con mucha gente, de amplio espectro sociológico y, si el programa electoral lo ha exigido, en total libertad han pactado con partidos de derecha y de izquierda, gobiernos municipales y regionales, pues ellos son conscientes de que el ecologismo político vino para superar ambas orillas.
Se equivocan los que crean que alcanzaran la relevancia de Los Verdes alemanes pintando de verde un partido que se instala en la izquierda o montando un nuevo partido dentro de otro partido de izquierda. El medio ambiente, la salud del Planeta, el cambio climático, la agricultura y el mundo rural, la soberanía y democratización de la energía, el bienestar animal, la seguridad alimentaria o la preservación del territorio son temas transversales, son temas ecológicos y alternativos, nuevos. Los Verdes deberán creer en ellos mismos, en su mensaje alternativo, propio, diferente, superador de las viejas tradiciones.
Ya nos hemos equivocado muchas veces con las prisas electorales y, no pocas, por culpa de las barreras de la ley electoral que se inventaron los hacedores del bipartidismo que se pensó en el 78. Caminemos, trabajemos, propongamos, luchemos por nuestras alternativas ecologistas y, desde Los Verdes, seamos dignos herederos políticos del Manifiesto de Tenerife y de todas las personas que, desde entonces hasta hoy, han luchado y luchan por la ecología y la salud de las personas y del Planeta.