Somos dos estudiantes de la Universidad de València, Adriana Sòria Peris y Marina Rodrigo Galiana, que cursamos Biología y Tecnología y Ciencia de los Alimentos respectivamente. Como mujeres jóvenes, consideramos que aún vivimos muy lejos de la igualdad de género, tanto en las posibilidades de trabajo como en las retribuciones como mujeres trabajadoras.
Ciertamente existen cada vez más hombres y mujeres, más representantes de la Administración, concienciados. Más gente que comienza a comprender que no somos mejores ni peores por nuestro sexo, por nuestra raza, por nuestra religión, por nuestra orientación sexual o por nuestra nacionalidad. No obstante no se nos ofrecen las mismas oportunidades ni se espera lo mismo de nosotras como jóvenes estudiantes y como mujeres.
En España, son muy pocas las jóvenes científicas que encuentran trabajo en investigación porque el gobierno del PP no solo no invierte en ciencia sino que, además, las ayudas y becas para el estudio se han visto disminuidas, terriblemente, por el exministro Wert y, según la Unidad de Mujeres y Ciencia (UMyC), “la carrera científica de las mujeres continua presentando niveles muy altos de segregación vertical”. Por eso, nos es difícil imaginarnos trabajando en nuestra tierra y lo vemos como una opción muy difícil para nosotras.
Tenemos claro qué queremos hacer y cómo conseguirlo por lo que no vemos otras salidas, por desgracia, que aspirar a emigrar al norte de Europa, donde se invierte en ciencia, educación e igualdad. No es una solución fácil salir de nuestra tierra, abandonar a nuestras familias, malograr el gasto que la sociedad ha empleado en nuestra formación, pero los políticos que nos gobiernan, la casta empresarial y la oligarquía financiera han diseñado, para los jóvenes estudiantes, para las mujeres científicas y trabajadoras, para los que no olvidamos nuestros orígenes obreros, un futuro de precariedad y de discriminación en nuestra contra.
No nos resignamos empero a esta situación y no perdemos la esperanza de formarnos mejor y de volver a luchar y comprometernos con nuestra gente, con nuestra tierra. Allá donde nos lleve la vida nos comprometeremos con la igualdad, por librarnos de los perjuicios y el lenguaje machista, con luchar contra el patriarcado y por cultivar el diálogo, la solidaridad entre las mujeres fundamentalmente, la ternura y la paz que nos enseñó Petra Kelly, entre todos los ciudadanos sin olvidar también nuestro compromiso por la tierra, por las energías renovables y contra el cambio climático.