La atroz y espantosa noticia que acabamos de conocer de la desaparición de 10.000 niños refugiados en Europa, presumiblemente para ser esclavizados o explotados sexualmente, pone el punto final al sueño europeo que señalaba Jeromy Rifkin allá por el 2004: “El sueño europeo, con su énfasis en la inclusión, la diversidad, la calidad de vida, el progreso sostenible, la solidaridad, los derechos humanos universales y los derechos de la naturaleza, además del objetivo de la paz, resulta cada vez más atractivo para una generación que siente simultáneamente el ansia de acceder a las comunicaciones globales y de conservar su inserción local”.
De todo eso, no solamente no queda nada sino que se ha convertido en una broma macabra. Europa, dominada por las oligarquías, ha dado un pésimo ejemplo de gestión de la crisis financiera en contra de los ciudadanos y ha puesto la guinda de su declive y del asesinato de la ilusión con la gestión de los refugiados.
Acabamos de conocer, por testimonios directos (TV3. Els matins – 01/02/2016, a partir del minuto 02:17:00), que representantes (policías alemanes) de la Agencia Europea de Fronteras (FRONTEX), dedicada en exclusiva a la vigilancia de fronteras, actúan en el Mar Egeo rajando las balsas neumáticas de los refugiados en el mar. Tamaño disparate, difícilmente superable por el horror, demuestra la infamia y la ignominia a la que ha llegado esta Europa que ya no disimula sus intereses y se prepara, además, para deportaciones masivas, que abandona a su suerte a los niños refugiados, que engaña sobre la acogida de los mismos, que los persigue, que los separa con vallas, los lesiona con cuchillas, que los devuelve ilegalmente y que los deja morir ahogados en el mar de la civilización.
Pocos ya podrán poner en duda que valga la pena pertenecer a este club de mercaderes, matones insensibles, insolidarios y sanguinarios. El género humano nos merecemos algo más. Mucho más.