Parece que el PP quiere tirar por la borda todo el esfuerzo que hizo la derecha española en la transición por mostrarse como un nuevo centro-derecha homologable a los partidos de la derecha democrática europea que abandonaba decididamente y para siempre su reciente pasado franquista. No hace mucho llegaba a autoproclamarse el partido de los trabajadores. Pero cuando solo hace poco más de un año que gobierna Rajoy, con mayoría absoluta, están saltando todas las alarmas y las actuaciones y actitudes de los dirigentes y ministros del PP recuerdan cada vez más a la derecha carca nacional-católica que bajo la dictadura de Franco mandó en España hasta 1977. Parece que hubiésemos vuelto a finales de los años cincuenta o principios de los 60 en pocos meses. Los derechos sociales se pierden y se convierten en acciones de caridad. En la escuela lo importante es españolizar a los niños y niñas y reforzar el papel de la religión católica. En la calle se detiene, juzga y hasta se encarcela a sindicalistas por “desobediencia a la autoridad” el día de la huelga general, mientras se amnistía fiscalmente a los que manejan dinero negro o se indulta a corruptos y defraudadores. Se cierran locales de las organizaciones feministas o puntos de encuentro de padres y madres separadas con hijos en común. Se publican presuntos informes de investigación policial sobre los oponentes en las elecciones que ningún juez ha pedido ni autorizado. Se amenaza con la retirada de subvenciones a las organizaciones políticas, sindicales o sociales que en su denominación incluyan el término “País Valencià”. Se imponen unas tasas judiciales que van a convertir a la Justicia española, uno de los fundamentos básicos de todo estado social y de derecho, en un sistema del que se saldrá indemne en la medida de la capacidad económica del sujeto. Se recortan drásticamente las ayudas a países del Tercer Mundo y se ceban en la inmigración como si fueran los responsables del paro que no cesa o del pretendido déficit de la sanidad española.
Pero probablemente sea en la actitud hacia la inmigración desde el PP, donde más se le note su giro hacia la extrema derecha en sus políticas. Es un fenómeno repetido en todas las crisis económicas el recurso de las fuerzas conservadoras a desviar el malestar social hacia un enemigo interno, que “no es de los nuestros”. Es un fácil recurso xenófobo que históricamente casi siempre ha funcionado y que han enarbolado contra las minorías étnicas, religiosas o nacionales todos los populistas. Los inmigrantes “sin papeles” no pagan impuestos y no tienen derecho a la cartilla de la seguridad social, dice el PP. Claro, los grandes defraudadores a Hacienda, como tienen muchos papeles pueden tenerla y se les ofrece una rebaja impositiva del 90%. Pero se da recientemente una vuelta de tuerca más. Las personas solidarias que ayuden o acojan a inmigrantes sin papeles será castigadas hasta con cárcel. ¿Irá a la cárcel alguno de los responsables de la quiebra de las Cajas de Ahorro o del Banco de Valencia? ¿Se tomará alguna medida seria para impedir la corrupción política, el tráfico de influencias, la contratación a dedo de asesores inútiles miembros del partido, los contratos y concesiones dirigidas a las empresas que pagan comisión al partido, los pufos de tierras míticas, aeropuertos sin aviones, etc…?. No, aquí el problema son los inmigrantes sin papeles que están aquí porque en los años de la burbuja inmobiliaria había que ganar mucho dinero rápido en la construcción y todos eran necesarios y se hacía la vista gorda, se les pagaba en negro y mucho menos que lo que marcaban los convenios colectivos. O los tenemos como empleados/as de hogar a bajo precio y sin ningún contrato que “a las chachas nunca se las ha contratado porque son como de la familia”. Lástima que muchos parados y trabajadores y trabajadoras, golpeados duramente por la crisis, caigan en la trampa y formen el coro social que necesita el PP para desviar su malestar social hacia quien, como ellos, son personas con todos los derechos humanos y que quieren un puesto de trabajo digno para el sustento propio y de sus familias y han salido huyendo de la miseria y el empobrecimiento a que han sometido al Tercer Mundo las potencias del primer mundo desde hace siglos.
El deseo de enriquecimiento y de mantenerse en el poder es tan miserable que cuando le conviene apoya la esclavitud, más de 20 millones de personas fueron llevadas legalmente hasta 1820 por barcos europeos a las plantaciones americanas como mano de obra esclava, ¿qué papeles se les pedía cuando eran capturados en las selvas africanas? ¿Qué papeles se les daba al llegar a América?; cuando quiere recoger la naranja a bajo precio contrata extranjeros antes que valencianos, “Valencià ni ú!” me contaron recientemente que exclamaba un encargado de un comercio de la Safor; y cuando quiere desviar el malestar social por la estafa de una crisis financiera y especulativa que se está aprovechando para recortar la masa salarial española y dejar la sanidad y la educación en manos de los negocios privado, se toman medidas contra los inmigrantes “sin papeles”, esos que recogen naranjas, fresas o tomates cuadrados de invernadero meridional, llevaban las carretillas en las obras o limpian nuestras casas y cuidan, a bajo precio, sin contrato, a nuestros hijos y mayores. Me rebela que el PP nos quiera llevar de nuevo a una sociedad fascista y excluyente!.
Publicat en Gente de la Safor, 7 de gener de 2013.