El 28 de marzo de 1979, la Unidad 2 de la Central Nuclear de Three Mile Island (cerca de Harrisburg) sufrió el accidente más grave de la historia nuclear de los EEUU. Hoy, es considerado el tercero más grave de la historia de la industria nuclear tras Fukushima y Chernóbil.
El accidente de Three Mile Island supuso el principio de la decadencia de la energía nuclear en el mundo. Por un lado, quel accidente demostró que las centrales nucleares eran inseguras, lo cual hizo aumentar la oposición y, por otro lado, los costes de las medidas de seguridad tomadas a partir del accidente encarecieron el mantenimiento de las mismas, convirtiéndolas en poco competitivas frente a otras fuentes de energía.
Lo ocurrido en Three Mile Island, acrecentó el movimiento contrario al uso de la energía nuclear en todo el mundo y, por supuesto, el País Vasco y Navarra no fueron ajenos al mismo.
El Plan Energético Nacional de España contemplaba la puesta en funcionamiento de una amplia red de centrales nucleares, tres de las cuales iban a ser ubicadas en la costa vasca y otra en la ribera del Ebro, cerca de Tudela. La de Lemóniz era la central nuclear cuyo proyecto iba más avanzado y a cuya puesta en marcha se oponía activamente el movimiento ecologista.
El 3 de junio del 1979, se había convocado una Jornada Internacional contra la Energía Nuclear. Con motivo de la misma, el movimiento ecologista organizó una concentración en Tudela (Navarra) para protestar contra el Plan Energético Nacional, solicitar la paralización de la central de Lemóniz y de los restantes proyectos nucleares, incluido el que se planeaba realizar en Navarra. Además, la concentración convocada tenía también un carácter antimilitarista ya que se protestaba, también, contra el Polígono de tiro de las Bardenas (cercano a Tudela).
En medio de la concentración popular de varios miles de personas en un parque tudelano y mientras los asistentes se encontraban almorzando, se produjo una carga policial muy violenta, con lanzamiento de numerosos botes de humo y utilización de medios antidisturbios, que ocasionó la desbandada de los concentrados, entre los que se encontraba el Diputado Foral Jesús Bueno Asín, que intentó en vano detener la carga.
Gladys del Estal, hija de vascos exiliados en Venezuela, acudió desde Donosti con otros miembros del Grupo Ecologista de Eguía para participar en esos actos de protesta y murió a consecuencia del disparo del guardia civil José Martínez Salas.
Según relata Rafael Narbona en su blog: “Un agente se acercó a Gladys. Según los testigos, le dirigió un comentario obsceno y la joven respondió con un insulto, recibiendo a cambio un brutal golpe en los riñones con la culata de un subfusil. Cayó al suelo y mientras intentaba levantarse, el agente le disparó un tiro en la nuca que salió por la nariz. A pesar de la trayectoria de la bala, la Audiencia de Pamplona estimó que había sido un caso de imprudencia temeraria e impuso la pena mínima: dieciocho meses de prisión menor”.
Gladys solo tenía 23 años.
La versión oficial de Gobierno Civil sostenía que el disparo se produjo durante un forcejeo y el Tribunal Supremo rechazó en 1984 el recurso de la familia, según el cual el agente José Martínez Salas había actuado con dolo y alevosía. Sin embargo, los testimonios del concejal Antonio Bueno y otros representantes municipales corroboran la denuncia de la familia.
José Martínez Salas ni siquiera ingresó en prisión y años más tarde, en 1992, fue condecorado con la Cruz del Mérito Militar por el Gobierno de Felipe González, sin que sepamos aún qué méritos llevaron al Gobierno del PSOE -13 años después- a homenajear de esta manera al que nos arrebató a Gladys.
Un año después de su muerte cuatro mil personas se manifestaron en Tudela en memoria de Gladys. Encabezaba la marcha una pancarta: “Gladys, gogoan zaitugu (Gladys, no te olvidamos)”. Se depositaron flores y una ikurriña con un crespón negro en un monolito levantado en el lugar del asesinato, con la inscripción: “Gladys del Estal, asesinada en Tudela por defender el sol, el agua y la libertad. Nosotros no olvidamos. Gogoan zaitugu”.
La Guardia Civil parece que tampoco olvidaba y, esa misma noche, se acercó al monolito y lo retiró de malas maneras.