Por todas las mujeres del mundo debemos ser la voz y la fuerza para decir NO: ¡ni una mujer más muerta a manos de los violentos!
Querría no estar escribiendo estas letras. Sinceramente no querría estar recordando que, según las estadísticas, en los últimos 17 años 1.244 mujeres han sido asesinadas por aquellos que decían que las “amaban”. No querría escribir con este nudo en el estómago y pena en el alma que me llena a cada nueva víctima, a cada violación, a cada maltrato que se produce. Sí, querría no estar indignada por los 603 millones de mujeres que viven en cualquier parte del mundo donde ni siquiera su vida tiene algún valor, donde la violencia de género, lejos de ser un delito, es una seña de identidad de religiones y de sistemas políticos que lo permiten, pero lo estoy. Me indigna que las mujeres sean las productoras del 70% mundial de los alimentos y, en cambio, sean las pobres entre los pobres, las desposeídas de la tierra, las “culpables” de los males de la humanidad. Me indigna que el 60% de nuestras adolescentes sufran violencia de género mientras los recortes en educación y en políticas sociales impiden una formación en valores de igualdad básicos para una convivencia pacífica entre géneros, mientras las acciones políticas solo van en el camino del reparo de las consecuencias y no en el del establecimiento de medidas de prevención reales.
Me repugna que se quiera decidir sobre el derecho de las mujeres a su cuerpo, que se nos mutile, que se nos prostituya, que se nos venda y que se nos intente adoctrinar, una vez más, en la sumisión al macho, al poder patriarcal, bajo la consigna de moralinas absurdas que lo único que hacen es perpetuar la violencia machista. Las cifras causan horror: más de 130 millones de niñas y mujeres han sido mutiladas genitalmente y 47.000 mujeres mueren cada año en abortos clandestinos. ¿Sumisión a quién? ¿A aquel que nos mata? ¿A aquel que nos anula? Yo digo: ¡no!
Me posiciono en contra de todo tipo de violencia y denuncio la violencia institucional ejercida en los recortes en sanidad, educación y políticas publicas de servicios sociales, que se han venido produciendo en los últimos años y que los Presupuestos para 2014 continúan aplicando. Por dar algunas cifras: desde el 2008, las partidas en el programa “Igualdad para hombres y para mujeres” ha sufrido una reducción del 56%, el programa específico de «Violencia de género» se reduce en los presupuestos de 2014 en un 22,5%, el Ministerio de sanidad recorta su presupuesto en un 35% -recorte al que cabrá añadir los recortes de las comunidades autónomas- y en atención a la autonomía personal se recorta en un 46,7% (1.029 millones de euros), entre otros recortes. Una situación que, sin duda, agrava la situación de las mujeres, sin olvidar además la eliminación de las competencias en materia de políticas sociales que supondrá la reforma del Régimen local.
Este año, son 77 las mujeres y niñas que han muerto asesinadas. No son cifras, son mujeres que han perdido la vida, mujeres con nombre y apellido como tú y yo, mujeres por las cuales debemos seguir levantando la voz. Quien calla otorga y vivir anestesiado ante esta barbarie es ser cómplice de esta violencia machista que tenemos que parar por un mundo justo, libre e igualitario.
Ante la violencia machista, en un nuevo 25 de noviembre, por todas las que no están, por sus familias, por todas las mujeres del mundo debemos ser la voz y la fuerza para decir NO: ¡ni una mujer más muerta a manos de los violentos!