Querido Papá Noel:
Ya me perdonarás por reemplazar o suplantar al centenar de niños refugiados que han muerto, este año, en el Mediterráneo cuando huían con sus familias de la guerra, los fundamentalismos religiosos, la miseria y la persecución política. Y, en especial, del pequeño Aylan Kurdi y de los otros bebés que nos han golpeado con su muerte.
Quisiera que, allá dónde estén, te pongas en contacto con ellos para decirles que los queremos con un desesperado dolor y que quisiéramos que los responsables fueran castigados sobre todo para que ningún otro niño se ahogara en el Mediterráneo o para que ningún otro niño tuviera que pasar el horror de las pateras, del frío del invierno -mojados y no atendidos en los campos de refugiados- y del racismo miserable de los que tendrían que socorrerlos.
Tú sabes bien que esta terrible situación está producida por los intereses de la oligarquía económica, que explota sus territorios, que vende armas a sus asesinos, que esquilma su riqueza y arruina sus vidas y la de sus semejantes, por los países poderosos que la representan y que tienen la capacidad para intervenir declarando las guerras y aniquilando las sociedades en las que vivían nuestros niños.
Y, por eso, no te pedimos otra cosa más que no sea el que pongas freno a estos holocaustos que nos exterminan a todos. O, por lo menos -ya sabemos que posiblemente esto esté fuera de tus competencias-, que nos puedas indicar algunas acciones que tendríamos que procurar para evitar esta masacre continua de nuestros hermanos. Más aún, en nuestra condición de europeos y occidentales. Y de ciudadanos de los países responsables para vergüenza nuestra.
Si, al mismo tiempo, tuvieras un gesto para que los responsables de erigir vallas con cuchillas, devoluciones en caliente y maltrato a los migrantes, pasaran unas Navidades llenas de pesar, aflicción y remordimiento que les hiciera rectificar su vileza, te lo agradeceríamos siempre.