El Papa Francisco acaba de publicar su primera encíclica, Laudato si’ (Alabado seas), desde que fue elegido Papa en marzo de 2013 y es la primera encíclica específicamente sobre medio ambiente que se ha publicado en la historia de la Iglesia.
La encíclica es una defensa del respeto a la naturaleza y de la relación que hay entre la protección del medio ambiente y el bienestar humano, insistiendo en aspectos como reducir el calentamiento del planeta, combatir la pobreza, redefinir la idea de progreso y del crecimiento ilimitado, abandonar el uso de los combustibles fósiles, carbón, petróleo y gas, refundar las finanzas o controlar la ciencia en favor del hombre.
El Papa Francisco se refiere al planeta como “nuestra casa” y «nuestra hermana Tierra» en línea con los movimientos indígenas suramericanos señalando la explotación de los países en vías de desarrollo (donde están las mayores reservas de la biosfera) que alimentan el desarrollo de los países ricos a costa de su presente y futuro.
Laudatio si’ es un texto fácil de leer -con muchas referencias filosóficas desde Aristóteles a la Divina Comedia, de Romano Guardini a, por primera vez, un autor musulmán, Ali Al-Khawas– e impregnado de la ética de San Francisco de Asís y, al mismo tiempo, es un documento profundo y severo, una reflexión sin precedentes, por parte de un Papa, sobre el impacto de la actividad humana en el medio ambiente, con un fortísimo acento social que invita a la «conversión ecológica» y a una «nueva solidaridad universal«, en la que la preservación del planeta vaya de la mano de una sociedad más justa y equilibrada.
Y, por si quedara alguna duda sobre el cambio que la encíclica representa en la doctrina de la Iglesia, Francisco cita, por ejemplo, el concepto exacto del título de un libro del brasileño Leonardo Boff, un teólogo de la liberación que fue castigado en su día por el Vaticano. El Papa Francisco, como Boff, habla de «escuchar tanto el grito de la tierra como el grito de los pobres» e insiste, en varias ocasiones, en que es imposible disociar la lucha por una mayor armonía ecológica y la superación de los desequilibrios de riqueza. Indicando además que “en las políticas prevalecen demasiados intereses económicos y privados que destruyen el medio ambiente y pesan más que el bien social común y la conservación del planeta”.
El Papa Francisco no olvida mencionar la importancia de proteger los bosques y los océanos a través de la creación de Reservas Marinas en alta mar, que juegan un papel tan importante en la lucha frente al cambio climático. Y destaca, también, el importante papel de los movimientos sociales y ecologistas alrededor de todo el mundo demandando voluntad y decisión política para actuar frente al cambio climático.
Es importante que una institución como la Iglesia católica, con capacidad de influencia sobre cientos de millones de personas en todo el mundo, predique un discurso verde y abogue por la conservación del planeta. De alguna manera, los que durante décadas hemos defendido que la sostenibilidad es imprescindible para asegurar un futuro a la humanidad nos sentimos legitimados y alegres con el mensaje del Papa Francisco.