Por Toni Roderic, Secretario de Organización de la Confederación de Los Verdes · Els Verds · Berdeak · Os Verdes.
Era 1987. Una revuelta popular impidió al gobierno de Felipe González dar el primer paso para instalar un cementerio nuclear en el macizo granítico de Aldeadávila (Castilla y León). El vicepresidente de la Diputación, el socialista Luis Calvo Rengel, sufrió la furia antinuclear, fue retenido durante 30 horas en el Ayuntamiento de Aldeadávila y estuvo a punto de ser linchado cuando, paradójicamente, acudía a comunicar la oposición de su partido al proyecto.
Años más tarde, otro gobierno socialista, el de Rodríguez Zapatero, en perfecta línea con la patronal que explota las centrales nucleares españolas, aprueba en 2004 y en 2006 la creación de un ATC (Almacén Transitorio Centralizado): el cementerio nuclear para todos los residuos de alta actividad de las centrales españolas.
Tras un proceso salpicado de ocultismo y protestas sociales, en diciembre de 2012, con gobierno del PP de Mariano Rajoy, se escogió Villar de Cañas como emplazamiento definitivo.
No era la mejor ubicación –si es que hay alguna buena-, por las características geológicas y sociales del terreno, pero la mejor para los intereses políticos del PP y la presidenta de la Junta de Castilla La Mancha, María Dolores de Cospedal. En el pueblecito conquense quedarían almacenadas indefinidamente unas 7.000 toneladas de basura radiactiva, una cantidad que puede aumentar con nuevos módulos en caso necesario.
El ATC es una instalación muy importante para el sector –por eso se implica a los dos partidos de la casta y hay puertas giratorias abiertas para sus dirigentes en sus consejos de administración-, puesto que, en teoría permitiría un alargamiento de la vida de las centrales, que es la verdadera batalla que está librando el sector: combina la fabricación de nuevos equipos para las centrales con el pingüe beneficio económico que supone la explotación de una central ya amortizada.
Pero las cosas no están saliendo como la industria quería. La construcción del ATC lleva cinco años de retraso, derivado de los problemas del terreno entre otras cosas. Y la basura radiactiva ha seguido aumentando. Por eso, ha sido necesario construir Almacenes Transitorios Individuales (ATIs).
Todas las centrales nucleares españolas, salvo Cofrentes (Valencia), han construido o planean construir ATIs en sus recintos. Estas instalaciones también las pagará la empresa pública ENRESA. Se duplican, por tanto, los gastos –y se esconden los verdaderos gastos de las centrales nucleares- y la construcción del cementerio nuclear de Villar de Cañas se hace innecesaria.
Hoy tenemos más de 3000 toneladas de basura radioactiva en los ATIs de las diversas centrales que tendrían que trasladarse a Villar de Cañas con los peligros que conllevan más de 1200 transportes que deberían realizarse.
Ante esta situación, desde Los Verdes exigimos el fin de la producción de residuos nucleares, la apuesta decidida por las energías renovables, la suspensión de la construcción del ATC de Villar de Cañas por el peligro que conlleva y el fin de la supeditación de los intereses políticos de PSOE y PP a los intereses económicos de la patronal nuclear.