Claro que se puede vencer en la Europa de la especulación financiera y no estamos obligados a tener que ceder a última hora, como ha hecho Tsipras, aceptando unas condiciones durísimas para Grecia.
¿Qué hace falta? Ser capaz de decir “No”, levantándose de la mesa para volver a la plaza Sintagma y, convocando de nuevo elecciones anticipadas, presentarle al pueblo griego la verdad de la situación económica del país y un programa real no de crecimiento, sino de decrecimiento, de ahorro energético, de ahorro en el consumo, de reparto del trabajo y de los salarios, de potenciación de la agricultura, ganadería y pesca griega para garantizar la soberanía alimentaria. Un programa económico y social realmente alternativo y rebelde, que explique que ya no le quedan muchos años al sistema actual y que será el Planeta Tierra el que se encargará de arreglar la crisis final del capitalismo depredador y empobrecedor que, ya, es totalmente insostenible para todos los seres vivientes. Eso, la austeridad real y solidaria, mediante la nacionalización de los bancos y de las grandes empresas energéticas, la reducción y reconversión del ejército en una mera fuerza de defensa nacional, el establecimiento de un sistema fiscal y jurídico que evite evasiones de capitales y lanzar un mensaje claro y rotundo: Gandhi venció al Imperio Británico con una vida muy austera y coraje pacifista.
Nunca les venceremos si queremos mantener la ficción de que todos podemos algún día ser ricos. Ahí es donde nos tienen pillados. Posiblemente, Syriza perdería las elecciones, pero nunca más podrían decirle que aceptó unas condiciones indignas. Las que ha aceptado ni sacarán de la crisis financiera a Grecia ni los hará a todos ricos.
Una vez más, como ha ocurrido en España con las medidas de austeridad que nos impuso la UE -y que Zapatero y Rajoy pactaron en dos tardes aplicarlas, sin referéndum y sin negociar ante la UE a cara de perro, sin mucha dignidad hasta el final, como sí lo han hecho los gobernantes de Syriza-, ocurrirá que los ricos son más ricos y que los demás han empobrecido.
No me llamen los “emergentes” para ganar las próximas elecciones si no hablan de decrecimiento, de austeridad solidaria, de cambio energético, de cooperativismo, de reparto del trabajo y de los salarios y de los beneficios del capital y de soberanía alimentaria. Si es para ponerle una cara más amable al sistema, no me sirve. Pues cuando al sistema le va mal, ya sabemos la cara que pone y como las gasta.