Las declaraciones del Arzobispo de Toledo, Braulio Rodríguez, afirmando que “la mayor parte de las mujeres que mueren tiene su origen en que han pedido la separación de sus maridos” nos retrotrae a la realidad de la Iglesia Católica española: No solamente da una imagen -como colectividad- de lo más rancio, patriarcal, arcaico y vetusto de la sociedad sino que se arroga en el derecho de decir sandeces -como si fueran enseñanzas de moral para uso de sus borregos- en la idea de que estamos todos aun en una sociedad religiosa en la que ellos tienen algún tipo de poder ético. Estas declaraciones demuestran la ignorancia de los obispos sobre la realidad del problema y que están totalmente alejados de la vida real de los ciudadanos.
No son exclusivas estas salidas de pata de banco del arzobispo de Toledo. Tenemos otras que completarían este repóker de ases de la curia hispana.
El arzobispo de Granada, Javier Martínez, tan justificador de curas pederastas, pronunció una homilía en la catedral en la que comparó la reforma de la Ley del Aborto con el régimen de Hitler, alegando que los crímenes nazis no eran tan «repugnantes» como los que permite cometer dicha ley. Acto seguido, Martínez dio a entender que la mujer que aborta «mata a un niño indefenso» y, por tanto, «da a los varones la licencia absoluta, sin límites, de abusar» de su cuerpo. El de Granada no es el único en justificar la pederastia. El Obispo de Tenerife, Bernardo Álvarez, no tuvo problema en vomitar lo siguiente: “Puede haber menores que sí lo consientan y, de hecho, los hay. Hay adolescentes de 13 años que son menores y están perfectamente de acuerdo y, además, deseándolo. Incluso, si te descuidas, te provocan”.
No podemos dejar de incorporar a esta baza magistral de la curia española al Arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, que, ante la crisis y el sufrimiento de los refugiados y en contra de lo que indica continuamente el Papa Francisco, tuvo la osadía de decir que «¿Esta invasión de emigrantes y de refugiados es todo trigo limpio? ¿Dónde quedará Europa dentro de unos años?«.A su juicio, con «lo que viene ahora no se puede jugar» porque «no se puede jugar con la historia ni con la identidad de los pueblos«. De este modo, pide «lucidez» y ver «quien está detrás de todo esto«. «¿Vienen simplemente porque son perseguidos?” -manifestó. Y él mismo se replicó que «muy pocos lo son«. «Seamos lúcidos y no dejemos pasar todo porque hoy puede ser algo que queda muy bien, pero que realmente es el caballo de Troya dentro de las sociedades europeas y en concreto la española«.
Y, para acabar, no podemos obviar al que parece ser y convertirse en el máximo ideólogo de la sexualidad cristiana bien entendida: el Obispo de San Sebastián, José Ignacio Munilla. He aquí algunas de sus perlas sobre la masturbación: se trata de “una especie de violencia sobre el cuerpo, porque pretende arrancarle el placer, sin vivir a cambio la verdad del amor que le da sentido”. Es “una vivencia mecanizada, automática, rápida y despersonalizada”, que “convierte el cuerpo en algo que manipular para obtener una satisfacción inmediata”. La pornografía “está unida a la masturbación” y, aunque “normalmente ha estado dirigida al público masculino”, ahora “que las mujeres, a consecuencia de la ‘revolución sexual’, reproducen modelos de comportamiento masculino, también entran en este desorden con cierta frecuencia”. Y sobre el hecho de ser mujer “¿condiciona la manera de sentir, de vivir, de estar en el mundo? Una persona, por el hecho de ser mujer, va a ser cíclica, y tendrá unos procesos hormonales concretos en relación a su fertilidad”. Esto afecta incluso al “estado de humor” de esas mujeres: “pueden estar más sensibles o susceptibles, a algunas les da por la actividad o por la limpieza…”.
Qué razón tiene el Papa Francisco cuando recientemente afirmaba que “Se precisan grandes dosis de antibióticos para limpiar las cloacas y barrer el polvo del poder en la Iglesia”. “Su corte, -la Curia-, es prepotente, inquisitorial y autoritaria. Sus miembros son mayoritariamente funcionarios, sedientos de poder y de dinero…”. Y, encima, en el estado español, ¿tenemos que aguantar el que nos sermoneen una panda de ignorantes que no dudarían ni un minuto en resucitar la Inquisición para aplicarla sobre todos aquellos que consideran como una lacra perniciosa para nuestra sociedad, en la línea de los fundamentalismos de todas las religiones?