Lo mejor que tienen estas navidades es que ya se marcha el negro año 2014 que hemos sufrido. El problema es que puede que el 2015 no sea mejor. No vemos los signos de recuperación económica más allá de algunas cifras de la macroeconomía y que los bancos han podido tapar parte de sus vergüenzas con el dinero de todos y que todos tendremos que devolver con nuestros impuestos. Ya sabéis que pagamos más las clases medias y bajas que los más ricos y las grandes empresas que tienen la ley tributaria a su favor.
No hay ningún sector económico que podamos decir en estos momentos va a ser el nuevo motor de la economía y de la generación de puestos de trabajo estables. Lo que ha habido este año es repartir el poco trabajo que hay con contratos temporales cada vez más cortos y peor pagados. Es el éxito de las ETT y el fracaso del SERVEF, es el regreso al trabajo que se busca en las plazas del pueblo o a la puerta de algunos bares desde las seis de la mañana y mañana, ya veremos.
Es el regreso del “Vente a Alemania, Pepe” pero ahora con la generación de jóvenes mejor preparada de nuestra historia, y lastimosamente, peor contratada y más emigrada. Todos tenemos muchos amigos en el paro, o en la subcontratación y todos conocemos hijos e hijas de nuestros vecinos que se han ido a Londres, Copenhaguen, París o, un poco más cerca, a Barcelona.
Y ¿Gandia? ¡Ay! Gandia. Malgobernada por un PP sin proyecto para la ciudad, para todos y todas, ha sufrido más que otras ciudades la crisis pues nuestra economía dependía de la desaforada especulación del suelo y la construcción, del turismo de las clases medias y trabajadoras que se han quedado sin dinero, del comercio para las mismas gentes, que si no tienen dinero en los bolsillos no pueden comprar, y de los ingresos de la agricultura naranjera que también se ha ido al suelo porque nadie, ningún gobernante, ha hecho nada por la defensa de la agricultura valenciana ante la UE.
Llegamos a fin de año con un Ayuntamiento en quiebra, un gobierno local incapaz de hacer un presupuesto, miles de parados y, lo que es peor, sin perspectiva alguna de por donde vamos a salir adelante. Va a hacer falta mucho sentido común, mucho trabajo, mucho diálogo, mucha transparencia y un gran pacto político, económico y social para articular un proyecto de futuro para Gandia y todas las personas que la habitan.
No es hora de mayorías absolutas, de intolerantes, de soberbios ni de intransigentes. Si queremos tener esperanza es la hora de la ternura, del acuerdo, del consenso y del sacrificio por la gente y de la solidaridad. Como ya ha quedado claro que no vamos a ser todos ricos, es la hora de trabajar duro para que todos tengamos las necesidades básicas cubiertas, un aire limpio que respirar, una naturaleza que disfrutar y aunque seamos no tan ricos en dinero, sí más felices y más humanos, entre las personas y con los animales.
Publicat a Gente de la Safor el divendres 2 de gener de 2015